Hagamos de mocoa un jardín.

Un jardín que nos contagie de la belleza de las flores, que nos motive de tal manera, que logremos replantear las conductas colectivas hasta ser capaces, de organizar hábitos, y costumbres de orden, aseo y respeto de lo público, para lograr cambiar el panorama actual: desorden, suciedad, basuras que nos invaden, desechos plásticos y restos de comida tirados en los andenes, confundidos con las heces de las mascotas, cuyos dueños desconocen los deberes que contraen quienes deciden adoptarlas.

Llegué a Mocoa en el año 1966. Recuerdo ese paisaje de ensueño, calles amplias, con andenes definidos, casas cubiertas de tejas de barro y muros de bareque, pintados de blanco, creo que con cal. Me cuentan que los alcaldes ordenaban por decreto mantener las fachadas blanqueadas. Calles limpias, árboles de naranjo en los huertos y en los ante jardines. Los ríos eran lugares de ensueño, a los que se acadia todos los días por necesidad y placer. El aseo era sorprendente y el aroma de los azahares, el mejor estímulo para soñar. Los pocos profesionales se contaban en los dedos de la mano y sobraban dedos. Tener un profesional en la familia era el mayor orgullo. Hoy tenemos profesionales en todas las áreas y especialidades. Diplomas de post grado, y mil títulos. Muchas cosas han cambiado; en los últimos años la población ha crecido de manera asombrosa, las estadísticas no se duelen de la realidad, no sabemos cuántas personas habitan Mocoa. Como consecuencia los servicios son insuficientes, las calles están llenas de vehículos, no existen parqueaderos ni el hábito de utilizarlos. Tenemos energía, servicio de telefonía e internet, comercio desbordante. Mocoa como ciudad no ha encontrado su verdadera vocación, como consecuencia, cada uno mueve las velas de su barca, hacia un rumbo diferente y es lógico no avanzamos aunque el viento sople igual para todos. Tristemente lo que más ha crecido es el desorden: la basura en las calles, parques, caminos, orillas de los ríos. Es como si este paraíso hubiera dejado de importarnos. ¿No pretendo hacer señalamientos, invito a que pensemos si seremos capaces de volver a mirar a Mocoa con amor?.